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Nos tomamos un largo
tiempo para abandonar aquel remanso de paz en los confines de la
Patagonia norte de Chile, a orillas del Río Quidalco. Los buenos
lugares son como el primer beso del buen amante: sacuden el alma.
Allison ha dado señales
de vida y sabemos que está bien desde las once media de la noche.
Conocer su paradero nos ha permitido descansar toda la noche. Sin
embargo, el estrés emocional sufrido en las últimas horas ha
succionado nuestra energía y nos sentimos agotadas física y
mentalmente.
A las 12.30 pedaleamos
hacia Hornopirén. En esta época del año, el calor aprieta por estas latitudes. El vaho se levanta de mi cabeza,
caliente y oloroso a tufo a establo, caldo de cultivo perfecto para
los tábanos, que inician una insistente persecución propia de una
manada de agentes del FBI volando en un Sikorsky UH-60M Black Hawk en
acoso y derribo de los mejores ladrones de bancos del país. (Descárgate nuestro hit patagónico "Baile del Tábano" gratis).
El asedio se torna
insoportable incluso cubriendo mi piel con impermeable y guantes.
Noto cómo se posan sobre mi Trimm Ventura Women´s Jacket con la
esperanza de clavarme el pico por algún lado. La boca de este
insecto es capaz de traspasar una camisa de algodón y las licras son
pan comido para esta lacra parecida a la mosca pero de mayor tamaño.
La hembra posee una boca de piezas endurecidas y agudas, con la que
pica a caballos, bueyes, mulas, cristinas y marikas, etc. para
alimentarse de su sangre.
En esta parte de la Ruta 7
el tráfico es abundante y los vehículos pasan a gran velocidad,
incluidos los camiones, por lo que debemos extremar la precaución y
concentrarnos en la carretera, a pesar de la nube de moscas que casi
nos levanta del suelo y nos hace volar con la luna de fondo como los
niños de E.T. La mayoría de los vehículos pasan a gran velocidad
y dejan un rastro de piedras que se proyectan en nuestra dirección
y una estela de polvo que me hace respirar con dificultad. Algunas
veces deseo salir de aquí, deseo respirar aire fresco. Tengo el
vientre seco y duro. De pronto todo se me vuelve agresivo y
desafiante.
Después de varias horas
comienza un tramo de asfalto que transformará el tedio en placer el
resto del trayecto hasta Hornopirén. Allison sale a nuestro
encuentro varios kilómetros de pavimento después sin su eterna
sonrisa. El vientre se me ablanda. Se me queda lleno y laxo. La
situación es muy incómoda. Tengo ganas de gritarle y darle
cachetes, pero mi cariño y admiración por ella me pueden, y el
instante tenso desemboca en un abrazo de las tres a la vez y una
retahíla de disculpas por todas partes por lo acontecido.
Ella se
deshace en lamentos por haberse comportado como una niña chica con
zapatos nuevos, y no haber actuado con precaución pedaleando por
primera vez en grupo, y yo por haber sido tan seca por
teléfono. Una vez acercadas posturas, la letona y yo sentamos las
reglas básicas de convivencia que teníamos que haber diseñado
antes y no hicimos. No separarnos del grupo sin previo aviso, y en dicho caso, concretar un lugar de futuro encuentro y portar siempre agua y un
teléfono operativo.
Las parcelas del Camping
El Tango son individuales, se sientan sobre una tarima y están
cubiertas por un techo de madera. Es el camping mejor preparado que
he visto hasta ahora en Latinoamérica. El hecho de contar con un
suelo que te aisle de la humedad en un lugar como la Patagonia es un
lujo tan apreciable como el que te reciban con café y pastas en
cualquier alojamiento low cost.
Allison ha pasado la noche aquí y
ha pagado a la propietaria para que nos de la bienvenida con unas
empanadas de queso y otras de pino (hechas con carne, huevo y
verduras) que están para morirse.
El lunes 13 de febrero
penetramos en el Parque Pumalín navegando desde Hornopirén. El
viaje dura medio día y debemos tomar dos transbordadores para cruzar
el Fiordo Largo y alcanzar Caleta Gonzalo. Este sería uno de los
trayectos más cautivadores de toda la Carretera Austral. Un viaje
ameno que combina un duro pedaleo en carretera de tierra en los
márgenes del Parque Nacional Hornopirén y en el Parque Pumalín y
dos viajes en transbordador por la puerta de entrada a los fiordos chilenos.
Leptepu es un brazo de
tierra atrapado en un brazo de mar, como tantas otras minúsculas
penínsulas en esta desmembrada e intransitable parte de Chile, donde
alguna vez los dioses montaron en cólera y sesgaron la placa
continental de un puñetazo. En esta parada de ensueño aguardamos el
segundo transbordador durante horas.
Aprovecho para sacar la caña de
pescar y lanzar la mosca, tarea complicada en aquella ventosa zona.
Sin embargo, no cejo en mi empeño y persisto sin demasiado éxito,
aunque siempre motivada por la esperanza, con esa actitud soberbia y
desafiante que se me pone cuando no me salen las cosas como quiero
pero no me doy por vencida.
Caleta Gonzalo es la única
población que hemos visto desde Hornopirén. Un complejo de cabañas
apostadas en la bahía nos da la bienvenida. Decidimos pasar la noche
en el camping más próximo a la playa. El lugar es enorme y tiene
baños y refugios techados para cocinar, varias cabañas, un café
restaurante, un centro de información con tienda de artesanías y
un kiosko con comida básica.
Elegimos un espacio ligeramente apartado
de turistas y mochileros porque estamos acostumbradas a la soledad y
necesitamos un periodo de adaptación para convivir con decenas de
personas a la vez. Además, preferimos el sonido de los pájaros a
los reproductores de música portátil, tan comunes en Chile, y el
canto de los grillos en la noche.
Ally y yo recolectamos
arándanos para la cena mientras Marika cocina paella española-
letona a la Marika. Tras elaborar una rica mermelada con los berries chilenos,
devoramos la cena con insaciable apetito de fieras carniceras, vamos,
como siempre. Los arándanos son muy comunes en el Parque Pumalín y
su gran producción en este país ha hecho de Chile su primer
exportador mundial. Recolectamos esta baya cada vez que podemos por
sus grandes beneficios para la salud y excelentes propiedades
antioxidantes y antisépticas.
La crisis pasada en el
seno del grupo ha mejorado nuestra comunicación y cooperación. Nos
sentimos muy felices y se respira un buen ambiente. Lo pasamos bien
juntas, tenemos un similar sentido del humor y apreciamos el
incalculable valor ecológico del bosque templado nativo y vírgen
que nos rodea. Un entorno en peligro de extinción hace casi tres
décadas y recuperado por el multimillonario norteamericano Douglas
Tompkins.
Douglas visitó Chile por
primera vez en 1961, y volvió varias veces para escalar, esquiar,
navegar en kayak y hacer excursiones a lo largo del sur. Después de
haber pasado años en el mundo de los negocios, como fundador de The
North Face y confundador de Esprit, tomó la decisión de contribuir
a la protección de las últimas áreas silvestres que quedaban en la
Tierra y combatir la crisis de extinción global.
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